Capítulo 8: Secretos Femeninos
"¿Zeus?" Leng Lingxi rió, revelando una bella sonrisa. Ella era hermosa, delicada, con cabellera concho vino de corte corto, junto a unos ojos cafés que acompañaban su exquisito cuerpo.
"Qué nombre tan interesante, creo haberlo escuchado antes", dijo Leng Lingxi a través de su sonrisa.
" ¿Oh?" El joven la miró con interés.
"Siempre que alguien es llamado de una manera, muchos lo imitan. Si bien tu nombre es Zeus, ¡no significa que seas él!"
"Haha", el joven rió por lo bajo.
La expresión en los ojos de Leng Lingxi se afiló abruptamente. " Este transbordador espacial está adecuado con treinta y dos cabinas de primera clase, y se han manejado para llenar quince, incluyendo la mía. Conozco claramente las identidades de los otros catorce pasajeros. ¿Puedes decirme de dónde eres? Escogiendo este momento, despertando del sueño profundo junto a mí, debes tener una razón. No creas que porque eres atractivo puedes coquetear conmigo. En este caso, no tienes oportunidad de huir. E incluso, debo reconocer meramente que eres asombroso. En este viaje tenemos más de veinte personas, separadas en diferentes cabinas, y tú veniste de la clase media para sentarte específicamente a mi lado. Pero desafortunadamente, me has encontrado. Y si crees que las mujeres somos fáciles de molestar, ¡vendrás venir otra cosa totalmente diferente!"
"¡Haha!" El joven volvió a reír.
Leng Lingxi se dejó caer sobre su asiento. "Estás de muy buenos ánimos, pero veremos cuánto te duran. Dime quién eres, tu rango, luego te rendirás sin rechistar y no tendré que ejecutarte. Te llevaré directamente a la custodia de la Policía Interplanetaria de Luo. Si no quieres resultar herido, ¡obedecerás!"
"¡HAHA!"
La sonrisa de Leng Lingxi se derritió. "Hey, ¡idiota! Si hubieses evitado esto en primer lugar, te dejaría ir. Como sea, deliberadamente dijiste llamarte Zeus. Si no puedo morderte hasta la insensibilidad, ¡no me llamo Leng!"
El joven la miró, atónito. "¿Por qué?"
Leng Lingxi desabrochó su cinturón se seguridad, y levantándose, le dirigió una fría mirada. "Porque tienes la audacia de tratar de hacerte pasar como mi ídolo, ¡y dices que te llamas igual que él!"
"¡Haha!" El joven dejó escapar sus carcajadas.
Leng Lingxi respondió despectivamente, "He visto a través de tu artimaña, ¿y aún así te ríes?"
Una pequeña sonrisa se extendió por el rostro del joven. "¿Quieres saber por qué me estoy riendo?"
"¿Por qué?", respondió Leng Lingxi precipitadamente.
El joven replicó gravemente, " Bajo ciertas circunstancias, los sonidos 'Haha' significan algo distinto, ¡estúpida!"
La expresión de estupefacción en el rostro de Leng Lingxi se ensombreció gradualmente. "¿Quieres morir? ¡Entonces, te ayudaré!"
"¡HAH!"
Habían pasado años desde la última vez que Leng Lingxi había estado así de furiosa. ¡Tenía que admitirlo, el hombre detrás de ella había atizado su ira!
Una brisa helada repentinamente inundó el aire, y los bordes de los ojos de Leng Lingxi se volvieron blancos instantáneamente. Su mano derecha palpó hacia el hombre, con sus cinco dedos extendidos, y cinco corrientes de aire blanco lo rodearon. Una cercana examinación al aire blanco revelaba su constitución helada. Inmediatamente, la temperatura de las cabinas de la primera clase descendió más de diez grados.
¡Congelación! ¡Una prisión de cristal!
El poder es la raíz de la confidencia, y Leng Lingxi no era nada sino confidente. Se cuestionaba a sí misma, pero sabía que podría congelar a un gran elefante casi al instante. Detestaba a este estúpido compañero, y decidió enseñarle una lección que él recordaría el resto de su vida.
Observando, Leng Lingxi vio su odiosa sonrisa pronto convertida en hielo, y por una vez, cesaría. Ahora no habría evasión, no había defensa - ¡no había forma de huir! -. Tampoco era permitido portar armas en un transbordador espacial.
Ella claramente estaba auto complacida, pero en medio de su algarabía sus ojos cafés se abrieron, bellos con su profundidad llena de incredulidad. Ya que ese hombre, el que se llamaba a sí mismo Zeus, se rompió repentina en pedazos.
¡De hecho, se quebrantó!
En el instante anterior a que el poder de la Disciplina de Hielo cayera en él, el cuerpo del hombre inesperadamente se fracturó en incontables rayos violáceos que abolieron la prisión de cristal, y barrieron el hielo del cuerpo de Leng Lingxi.
¿Cómo pudo ocurrir? ¡No!
Al volverse consciente de su error, Leng Lingxi perdió el control de su cuerpo y se sacudió violentamente antes de colapsar. Una delgada y fuerte mano cayó sobre su hombro, con arcos de rayos corriendo a lo largo de esta.
El joven recientemente hecho añicos, estaba de pie tras de ella en perfectas condiciones, permitiendo a Leng Lingxi descansar gentilmente en sus brazos.
Los ojos de Leng Lingxi se abrieron, sintiendo que su cerebro se quemaba como una computadora. ¿Perdí? ¿Realmente perdí tan rápido? Y peor aún, ni siquiera sé cómo lo hizo.
¡No, no puede ser!
Una adepta a la Disciplina del Hielo, un Talento Genético Nivel 6. Escolta de la Casa de Subasta Celestial Luo de la Alianza Norte. Yo, la más talentosa jefa de rango de los piloto mecha en la Alianza Norte. Aún así... Aún así, ¿perdí de esta manera?
A los tres años, la Disciplina del Hielo despertó en mi interior, y fui evaluada como un Talento Genético nivel 6, una genio entre genios. Piloté mi primer mecha a los ocho, y en los doce me enlisté en el Instituto se Aeronáutica Mecha a pesar de sus regulaciones. A los quince, me convertí en la más joven de los dieciséis pilotos mecha nivel 3 del Planeta Luo, nivel 2 a los diecisiete, y Primer Rango a los dieciocho. A los diecinueve, un Grado Especial. Ahora, a los veintiuno, Piloto en Jefe Mecha de Primera Clase.
¿Cómo pude haber perdido?
Leng Lingxi gritó en su corazón, pero por fuera ni pudo decir ni una palabra. Detrás, una esencia de Giorgio Armani Corona Triple de alta categoría lleno sus fosas nasales, no fuertemente, conteniendo incienso Africano y Somalí para dejar una impresión.
"Eres tan joven, tan delicada." La voz del joven reverberó en sus oídos, mientras sus dedos delgados encontraron el cierre de su traje deportivo.
Gentilmente comenzó a deslizar el cierre, el frío aire causó un temblor involuntario en Leng Lingxi.
Con el traje deportivo fuera, a un lado de su brassiere bordado zafiro, también había....
"No tengo intención de ofenderte, solo...has estado escondiendo algo en tu escote. Tan solo puedo decir 'Lo siento'." Susurró la voz del joven en su oído, sin ser distinta a la de un demonio.
Esos delgados dedos jalaron un collar de plata, inevitablemente rasmillando su blanca piel, la cual se enrojeció en respuesta, como una flor peonía.
Era la primera vez en sus veintiún años que un hombre que no fuese de su familia pusiera un dedo sobre ella, era...
La cadena de plata atravesaba un pendiente de oro blanco exquisitamente manufacturado, y en su centro se hallaba una gema transparente con forma de nuez.
Sosteniendo el cuerpo de ella, el joven situó a Leng Lingxi de vuelta a su asiento, y consideradamente le ajustó el cinturón. Su dedo permaneció en el pendiente, acariciando la gema.
La atmósfera comenzó a distorsionarse levemente, y un agujero de gusano no más grande que un pie de diámetro se abrió en el aire tras de ellos. ¡Tecnología interdimensional!
Leng Lingxi luchó desesperadamente, pero su cuerpo seguía sin cumplir las demandas de su mente.
Extendiendo su mano buscando algo dentro de el agujero, el joven extrajo una pequeña caja de sus produndidades.
La caja no era grande, compuesta de un metal negro ferroso, con tres códigos de seguridad en su superficie. Los candados electrónicos estaban entre los más precisos, requiriendo introducir una contraseña de treinta y dos caracteres en un minuto para abrirse. Un error, y tendrías que introducir todo de nuevo. Tres errores, y el mecanismo de destrucción se activaría.
El joven, sosteniendo el pendiente entre sus dedos, cerró el portal tras de él; con el destello pálido que emitía el dije cesando junto a él. Se acercó al rostro de Leng Lingxi, colocando el collar de vuelta en su cuello, dejando el pendiente otra vez en su escote. Subió el cierre de su traje.
Leng Lingxi lo observó ferozmente, ansiosa por destruir al hombre tan cerca de ella.
"Ni creas que obtendrás de mí la contraseña", dijo fríamente. Diciendo esto, se dio cuenta que podía hablar nuevamente.
El hombre se encogió de hombros. "No entiendes nada, por supuesto que no la sacaré de ti."
"¿Cómo lo sabes?" Leng Lingxi habló sin pensar.
"¡Haha!"
"¡Bastardo!" Leng Lingxi, en sus veintiún años de edad, ¡nunca había odiado tanto este mundo!
Buenaa
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